Entrenamiento
CLASE DE PRUEBA
Si crees que te gustaría practicar Aikido y quieres ver una clase o participar de ella, estas invitado/a, siempre y cuando te presentes primero en el Dojo (el lugar de la búsqueda) al profesor y te comprometas a mantener una aptitud de respeto hacia ti mismo, los compañeros y el entorno.
Es recomendable leer primero las cuestiones de Etiqueta, no por que se te vaya a pedir el primero día, sino para que puedas conocer por encima, cuales son las formas que nos guían.
Es recomendable que vengas provisto de ropa cómoda como un chándal o similar, unas sandalias parecidas a las de la playa para desplazarte por el Dojo y lo necesario para poderte duchar después del entrenamiento.
Algunos piensan que lo mejor de la clase es la ducha, yo no estoy de acuerdo con esta opinión, lo mejor de la clase, es la clase, pero la cerveza que solemos compartir en el bar de abajo, eso ya es otra cosa, también estas invitado/a a una de prueba, la siguiente la pagas tú.
EL DOJO
El Iwama Dojo, con la casa de O-Sensei unida, a la izquierda.
De Do, camino y Jo, lugar, sala; en japonés Dojo significa el “lugar del camino” o el “lugar donde se practica o se estudia el camino”.
En los templos budistas se le da este nombre a las salas en donde se reúnen los monjes para la meditación. La influencia del Budismo Zen en las artes marciales japonesas hizo que se utilizara este término también para los lugares en donde se practicaban las artes marciales.
El Maestro Deshimaru comparaba la práctica en un dojo con un fuego de leña: cuanta más madera, más poderoso el fuego. En el dojo nos ayudamos mutuamente a tener una práctica fuerte y a olvidarnos de nosotros mismos. Seguir las reglas del dojo, del comportamiento correcto, es ya dejar de lado una parte del ego que monopoliza toda nuestra actividad ordinaria.
Dado su origen, el Dojo es sagrado y se le debe respetar como tal. Es el lugar en donde a través del esfuerzo físico, la concentración, y la meditación nos perfeccionamos y fortalecemos exterior e interiormente
Pero en el Budo, no se practica solamente en el Dojo. El arte marcial es un arte que se experimenta en cada momento, por lo que cualquier lugar en donde el Budoka pueda perfeccionarse y elevarse espiritual, moral y físicamente se puede llamar Dojo.
No son necesarios edificios, dinero, poder o prestigio para practicar el Arte de la Paz. El cielo está exactamente allí donde te hallas y ese es el lugar para entrenarse.
MORIHEI UESHIBA
KEIKO
En la práctica de las Artes Marciales Budo, se debe hacer una diferencia entre lo que es entrenamiento y lo que es la práctica. Por entrenamiento los japoneses usan la palabra “Renshu” que significa preparar o entrenar el cuerpo; en cambio para definir la práctica usan la palabra “Keiko” que significa entrenar o preparar el espíritu. Por esta razón, la palabra “Keiko” es importante no sólo en el Budo, sino que también en otras actividades culturales donde los aspectos espirituales son fundamentales, como lo son la Ceremonia del Té y el Arreglo Floral.
Keiko, que literalmente quiere decir “reflexionar, repasar el pasado”, connota una cualidad religiosa en el entrenamiento, que consiste en el respeto y la conservación de las antiguas tradiciones.
ALGO MÁGICO
Te acuerdas de aquel maravilloso día en el que por primera vez oíste hablar del Aikido, o tal vez vistes una película o una demostración y algo fuera de lo común se movió dentro de ti, algo que te empujo hacia aquel gimnasio, en el que un día casi mítico empezaste la Práctica.
Aquel lugar mágico cambio tu vida, ¿Que fue lo que te cautivo?
Quizás ese suave escalofrío que recorrió tu columna cuando vistes a uno de los compañeros volar por los aires, proyectado aparentemente sin gran esfuerzo y caer como si no hubiese pasado nada y volverse a levantar, atacar y de nuevo volverse salir proyectado caer, levantarse, atacar…
Tal vez fue aquel gesto de tu profesor, que realizo sin darse cuenta, de una forma natural, y que a ti te pareció ver en ese pequeño detalle, el esfuerzo de una vida, condensado en un instante, para demostrar una técnica, con un nombre muy raro.
Recuerdas aquella sensación primera, de estar de rodillas en clase, con el rostro casi desencajado por el dolor de tobillos, los ojos llorosos por el sudor y la respiración descontrolada por el ejercicio exhaustivo, y encima tu profesor que no para de hablar sobre no se que, pues bastante tienes tú con intentar mantener a duras penas una postura digna. Miras de reojo a tus compañeros y a unos se les ve cómodos y hasta felices diría yo, atentos, disfrutando y otros más nuevos como tú malamente consiguen disimular su cansancio y su dolor, bueno por lo menos no soy yo solo, y algo brota de tu interior con fuerza que te dice “merece la pena” y cuando llega el momento de terminar te nace en el pecho una sensación hermosa y sencilla de agradecimiento por el mensaje recibido.
Y por fin caíste totalmente cautivo en ese curso, con aquel profesor al que todos llamaban el Maestro Tamura. Se puso contigo para corregirte una técnica o eso pensaste tú y “algo” te sobrepaso, podrías decir que te impresiono como un hombre de apariencia normal podría tener tanta fuerza, habilidad, destreza… Pero lo cierto es que lo que te impresiono, ni siquiera es la suma de todas esas cosas, sino algo más que seguramente aún te conmueve cada vez que le ves practicar.
Recuerdas aquel día en que después de tantas palabras oídas y leídas sobre la respiración, en medio del tatami , te pareció estar solo, sin ningún compañero a tu lado y como si el dojo entero y mucho más, penetrase en ti con cada inspiración y algo similar a la Vida o a la Muerte te dejase con cada Expiración.
¿Y aquel momento? En el que durante la realización de una técnica algo te salio diferente y una maravillosa conmoción te envolvió, haciéndote comprender que todo lo que te habían contado del Aikido es verdad y que posiblemente debe de ser algo parecido a lo que tu has experimentado y por fin tienes la sensación de que comienzas a entender.
Si sigues recordando todo aquello que te hizo comenzar y después continuar, con la práctica del Aikido y te sigue pareciendo mas interesante vivir el presente de tú Aikido que recordar el pasado.
Si sigues pensando que en el Aikido existe ese algo “Mágico” que puede ayudar a transformar a las personas, si estas lo desean con fuerza, y que esto necesita una cierta dosis de “sudor inteligente”.
Si todavía sientes y piensas que en el entrenamiento lo importante no es demostrar nada a los demás, a tus compañeros o a ti mismo, que importa poco si eres más rápido o más fuerte que el otro, que uno se prepara y se examina cada día pero solo lo hace ante un tribunal cuando así se lo sugiere su “profesor”.
Si aún te brillan los ojos de pensar en el entrenamiento y aún más de realizarlo. Sinceramente y de todo corazón te digo que es y será un placer y un honor el poder entrenar contigo.
Javier de María