Un Camino de Presencia en Proceso

En el corazón de la Terapia Biodinámica Craneosacral reside una verdad simple pero profunda: la sanación surge cuando las Fuerzas de la Vida se expresan con total libertad en el cuerpo humano. Para ello, el terapeuta no necesita «hacer» en el sentido convencional, sino más bien ser un espacio que promueve la presencia y resonancia.

Este es el gran arte del no hacer, donde la acción surge sin esfuerzo y la quietud se convierte en la puerta a la transformación. Sin embargo, este no es un estado fácil de alcanzar. Como seres humanos, estamos en un proceso continuo de aprendizaje y evolución, donde algunos días accedemos con mayor facilidad a determinados estados de la quietud y otros nos encontramos con el desafío de la mente activa y la necesidad de intervenir. Lo importante es reconocer que la quietud no es un destino fijo, sino un camino que se despliega a medida que nos adentramos en él.

🌊 Entrar en la Quietud: Un Camino, No un Destino

Podríamos imaginar un estado de absoluta neutralidad, donde el terapeuta simplemente está, sin intención, sin expectativa, sin esfuerzo. Pero la realidad es que:

✅ A veces, nos encontramos con la mente activa, cuestionándonos si estamos haciendo lo correcto.

✅ Otras veces, sentimos la necesidad de intervenir más de lo necesario, con la creencia de que debemos «ayudar» al cliente.

✅ Incluso los terapeutas con años de experiencia, notamos con frecuencia momentos en los que la presencia plena parece inalcanzable.

Y esto está bien. Es parte del proceso.

La quietud no es un estado que alcanzamos de una vez y para siempre. Es una experiencia que vamos cultivando con paciencia y humildad y a la que vamos acercándonos progresivamente a sus distintos niveles de profundidaad. En lugar de tratar de forzarnos a «estar en quietud», podemos hacer algo más sencillo:

🔹 Reconocer el punto en el que estamos y aceptar nuestra experiencia sin juicio.

🔹 No exigirnos una presencia perfecta, sino permitirnos entrar en presencia progresivamente.

🔹 Recordar que la quietud ya está presente en el espacio y en el ser, aunque no la sintamos de inmediato.

Con el tiempo, la presencia se vuelve más natural. Nos encontramos más disponibles para la escucha profunda y el no hacer deja de ser un concepto para irse convirtiendo en una vivencia auténtica

📌 Aplicación del «No Hacer» en la Sesión

El no hacer en la biodinámica craneosacral no implica inacción ni pasividad, sino una actitud de presencia profunda y testimonio sin intervención forzada. Es un estado de escucha expandida, en el que el terapeuta se convierte en un canal para el Aliento de Vida, permitiendo que la inteligencia inherente del sistema guíe el proceso de sanación. Esta práctica requiere confianza en la capacidad autorreguladora del organismo y en la sabiduría inherente de la vida.

Podemos facilitar este proceso a través de:

🔹 Escuchar sin intención: La verdadera escucha en biodinámica no se basa en buscar, interpretar o dirigir, sino en estar completamente presente. Es una escucha que no proyecta expectativas ni necesita encontrar algo concreto, sino que se abre a lo que ya está ocurriendo en el sistema del cliente. Desde esta actitud, el terapeuta se convierte en un testigo neutral, un espacio receptivo donde la sanación puede emerger sin interferencias.

🔹 Dejar que el sistema se exprese: En biodinámica craneosacral, el cuerpo es creado y sustentado por las Fuerzas de la Vida que poseen una capacidad y sabiduría que guía los procesos de reorganización y equilibrio. El terapeuta no impone ni fuerza cambios, sino que permite que el sistema exprese sus necesidades y se mueva en la dirección de mayor coherencia y armonía. Es la confianza en que el cuerpo ya sabe sanarse cuando se le brinda el espacio adecuado.

🔹 Ser un canal, no un actor: La función del terapeuta no es «hacer» en el sentido convencional, sino convertirse en un espacio a través del cual se facilita la expresión natural del impulso sanador. No se trata de manipular ni corregir, sino de sostener una presencia neutral en la que las fuerzas biodinámicas pueden desplegarse sin obstáculos. Esta actitud permite que la inteligencia del sistema se manifieste sin la interferencia del control externo.

🔹 El arte del testigo: En biodinámica craneosacral, el terapeuta procura colocarse en una posición de testigo, una presencia neutral que acompaña sin intentar modificar. Esto implica una entrega profunda a lo que está ocurriendo en el momento presente, sin juicios ni expectativas. La observación sin interferencia es una forma de permitir que el cuerpo encuentre su propio camino hacia la sanación, en su propio ritmo y con su propia lógica interna.

Cuando el sistema aún tiene capacidad de autorregulación, esta actitud de presencia sin imposición permite que el organismo entre por sí solo en su proceso de sanación. Sin embargo, hay momentos en los que el sistema está demasiado colapsado para acceder a la quietud. En estos casos, el terapeuta puede ser llamado a sostener con más estructura, guiando suavemente hacia la restauración del equilibrio sin perder la esencia del no hacer.

La clave y el arte están en la capacidad de sentir cuándo el sistema necesita simplemente ser sostenido en neutralidad y cuándo requiere una intervención sutil que lo ayude a reencontrar su flujo natural. En ambos casos, la sanación surge no desde la acción del terapeuta, sino desde la profunda sabiduría del cuerpo y la presencia inquebrantable de la quietud que lo sustenta todo.

🔄 Cuando la Quietud No Llega: Intervención Activa en Estados de Colapso

A veces, el sistema está tan bloqueado que la simple «no intervención» puede no ser suficiente. En estos casos, técnicas como CV4 y otros puntos de parada pueden ser claves para facilitar el acceso a la quietud.

🔹 El colapso del sistema y la dificultad para recuperar la quietud

Cuando una persona ha vivido experiencias de estrés extremo, shock, disociación o trauma, su sistema puede quedar atrapado en un estado de hiperactivación constante (lucha/huida) o en una congelación profunda (colapso del sistema nervioso). En estas situaciones:

✅ El sistema parece perder la capacidad de aquietarse por sí solo, o al menos, la recuperación natural puede volverse extremadamente lenta y difícil.

✅ La quietud interior nunca desaparece, pero puede percibirse como tan alejada que parece inaccesible en el momento presente.

No se trata de un absoluto, ya que la vida tiene una capacidad innata de autorregulación y sanación. Sin embargo, en ciertos momentos, el acceso a la quietud se encuentra tan comprometido, que el proceso de recuperación sin ayuda puede ser muy prolongado y doloroso o quizás imposible en esta vida.

🔹 La paradoja del «hacer sin hacer»

En estas circunstancias, una presencia externa puede ser de gran apoyo. No se trata de que el terapeuta decida aplicar una técnica específica desde un rol activo de intervención, sino que, a través de la conexión en el campo compartido y la resonancia con las fuerzas de la vida, surge de manera espontánea y natural la acción adecuada. Es desde este espacio de profunda sintonización donde puede emerger una técnica o un proceso concreto, no como una imposición externa, sino como una respuesta orgánica a lo que el sistema necesita en ese instante.

Este enfoque nos recuerda que la sanación no es algo que se «hace» desde afuera, sino algo que se facilita desde una presencia sensible y una relación en la que el terapeuta y el cliente coexisten en el mismo campo de resonancia. En esta interacción, el equilibrio perdido puede comenzar a restaurarse de forma natural.

🌬️ Honrar el Nivel de Profundidad al que Podemos Acceder

Cada terapeuta al igual que el cliente, accede a la profundidad que le es posible en ese momento. No hay niveles mejores o peores; solo la experiencia del instante presente.

🌀 Si un día sientes que puedes estar en absoluta neutralidad, bienvenido sea.

🌀 Si otro día notas que necesitas aplicar un punto de parada de manera más consciente porque el sistema no parece encontrarlo solo, eso también es válido.

🌀 Si alguna vez sientes que te perdiste en la mente durante una sesión, eso también es parte del proceso.

La práctica es sencilla y profunda aunque no resulta fácil ni rápido, se trata de:

✅ Cultivar cada vez más la capacidad de estar en presencia.

✅ Afinar la sensibilidad para sentir cuándo la acción surge sin esfuerzo.

✅ Honrar el punto en el que estamos sin juzgarnos.

Y de esta forma, progresivamente, nos vamos convirtiendo en un espacio más disponible para la vida.

✨ Conclusión: La Quietud Nos Encuentra

No es necesario forzarnos a encontrar la quietud, porque en realidad, ella nos está buscando a nosotros. La quietud no es algo ajeno que deba alcanzarse, sino la esencia de lo que somos cuando dejamos caer todo lo demás. Es el espacio del que provenimos y al que inevitablemente regresamos cuando nos permitimos soltar las capas de ruido y distracción. No es que debamos buscarla con esfuerzo, sino simplemente reconocer que siempre ha estado ahí, esperando a ser recordada.

Cuando nos rendimos a esta verdad, descubrimos que el no hacer deja de ser un concepto y se convierte en una experiencia vivida. No hay lucha, no hay resistencia, no hay necesidad de controlar. La acción correcta surge sin esfuerzo, con la misma naturalidad con la que el río fluye hacia el mar, con la misma espontaneidad con la que la respiración sucede sin que tengamos que forzarla.

Este estado de entrega nos abre a una comprensión más profunda: no somos nosotros los que dirigimos el proceso, sino que el proceso nos sostiene y nos guía. Y en ese instante, cuando nos adentramos sin miedo en la quietud que nos llama, descubrimos que todo lo que necesitamos ya está presente. La acción surge por sí misma, en armonía con la totalidad, sin que tengamos que decidirla ni forzarla.

🌿 Somos presencia en proceso.
🌊 Nos dejamos encontrar por la quietud.
🌬️ Y en ese espacio, el Aliento de Vida se expresa con libertad.

Javier🐉

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