Cierra los ojos e imagina por un momento. Que entras en un espacio donde no tienes que esforzarte por ser diferente, ni esconder lo que sientes. Tampoco tienes que ocultar todo lo que llevas contigo, quizás en forma de tensiones, preocupaciones o incluso zonas dolorosas. Imagina, si puedes, todo lo que te preocupa o hasta el cansancio por querer sentirte mejor; todo eso es atendido y recibido con delicadeza.
Una sesión de Terapia Biodinámica Craneosacral no es una otra pastilla más; es una oportunidad para reconectar con uno mismo y regresar al oasis de serenidad interna que quizás no has visitado en mucho tiempo. Es un refugio sagrado de la vida cotidiana.
El comienzo: la conversación que abre caminos.
Para empezar, nos sentaremos a conversar. Puede parecer un detalle menor, pero este momento tiene un propósito profundo. Tu cuerpo irradia emociones en cada palabra que usas, en el tono y la velocidad. Durante esta primera parte, puedes descubrir cómo te expresas de manera más consciente: como repites ciertos fragmentos, la emoción detrás de una palabra. ¿Recuerdas el gesto que hiciste sin darte cuenta?
Este dialogo, no es solo para entender cómo llegaste hasta aquí, sino también para darte las herramientas que te permitan explorar nuevas formas de mirar y sanar tu relación contigo mismo y con el mundo
Las palabras tienen fuerza en sí mismas y construyen realidades. Pueden ser muros que nos limitan o puertas que abren nuevas posibilidades
En esta conversación inicial te acompañaré, con respeto y cercanía, a descubrir narrativas más integradoras, relatos sobre ti mismo que no solo expliquen lo que te pasa, sino que te inspiren a avanzar.
El momento de la quietud: el cuerpo habla
Después de esta primera parte, te invitaré a tumbarte cómodamente boca arriba sobre la camilla. Tal y como vas, sin necesidad de quitarte la ropa, tan solo los zapatos para tu mayor comodidad y por si necesito hacer alguna escucha desde esa zona.
Aquí comienza un viaje diferente, uno que no necesita palabras, porque es el cuerpo, la “Vida” hecha carne, la que toma la iniciativa.
Me acercaré despacio a tu cuerpo y realizaré un contacto ligero, casi imperceptible. Un toque que no fuerza, presiona, ni manipula, sino que escucha y acoge. Y aunque es sutil, está lleno de intención: ayudar a tu sistema nervioso a salir del estado de alerta constante y entrar en ese espacio de calma profunda donde ocurre la verdadera sanación.
Quizás al principio puede que notes cosas pequeñas: como un suspiro que aparece de forma espontánea, el peso de tu cuerpo que parece hundirse un poco más en la camilla, o incluso una respiración que se vuelve más lenta. Progresivamente, tu sistema nervioso se “afloja”. Es como si el cuerpo, al sentirse seguro, pudiera comenzar a soltar todo lo que le estaba apretando, bloqueando o desajustando.
Conectando con los ritmos profundos de la vida
En este estado de relajación que se va alcanzando, algo más profundo comienza a suceder.
Dentro y alrededor de ti, hay ritmos profundos que fluyen constantemente, aunque normalmente, no estamos entrenados para percibirlos. En la Terapia Biodinámica Craneosacral los llamamos las mareas, porque se asemejan al rítmico movimiento de ida y vuelta de las olas del mar.
Estas mareas son una expresión de la SALUD con mayúsculas pues llevan consigo la energía creadora que nos nutre, repara y equilibra. Al sintonizarte con ellas, tu cuerpo parece encontrar su brújula interna, esa que sabe cómo devolverte a tu estado natural de armonía.
Quizá sientas un calor suave en alguna parte de tu cuerpo, una pulsación rítmica o incluso una sensación de expansión, como si estuvieras conectado a algo más grande que tú mismo. Cada experiencia es única, pero lo importante es que estas mareas te guían hacia un espacio de bienestar y felicidad que ya existe dentro de ti, pero del que solemos alejarnos, debido a nuestra inconsciencia, sumada con las dificultades propias de la vida.
Integrando la experiencia: bajar el cielo a la tierra
Cuando termina la sesión en la camilla, solemos tomarnos un momento para “regresar” tranquilamente y quizás hablar sobre lo que has sentido. Muchas personas describen esta experiencia como transformadora, aunque a veces cuesta ponerla en palabras. En esos casos, mi papel es ayudarte a aterrizar lo vivido, a traducirlo en algo que puedas integrar en tu vida cotidiana.
Pero también puede ocurrir que el silencio sea lo mejor. Hay momentos en los que no hace falta racionalizar lo que pasó; solo dejar que tu cuerpo y tu mente hagan su trabajo en calma. Lo esencial es que lo que sientes durante la sesión no se queda allí y comenzará a acompañarte en tu día a día.
La importancia de la continuidad: un viaje, no un destino
También es muy importante saber que, aunque una sola sesión puede marcar una diferencia significativa, muchas veces los procesos más profundos necesitan su tiempo. Las tensiones que llevas acumulando durante años, los patrones que te han acompañado tanto tiempo, no desaparecen de inmediato. Y eso está bien, el cuerpo es sabio y conoce su propio ritmo, aunque a veces a nosotros nos puede la impaciencia.
La sanación es un proceso, no un evento puntual. Cada sesión es como regar un jardín: algunas plantas florecen rápido, pero otras necesitan más tiempo y cuidado. Con sesiones regulares, podemos ir trabajando en esas capas más profundas, que no quieren ser violentadas ni forzadas de ninguna manera, y que anhelan ser reconocidas para desbloquear lo que necesita ser liberado y crear espacio para una expresión más plena de tu salud física, emocional, mental y espiritual.
Elegir al terapeuta adecuado: una decisión importante
Algo que no puedo dejar de enfatizar es la importancia de elegir un terapeuta bien preparado y cualificado. No basta con que tenga conocimientos; también debe tener un interés genuino en acompañarte en tu proceso de sanción. Las dos cosas son esenciales: experiencia y compromiso. Porque si alguien sabe mucho, pero no tiene un verdadero interés en ayudarte, te sentirás desamparado. Y si tiene las mejores intenciones, pero carece de preparación, puede que el proceso no sea lo que esperabas.
Por supuesto, me encantaría que vinieras a una sesión conmigo. Pues sinceramente me siento muy feliz cuando al finalizar la sesión, veo la cara de satisfacción de mis clientes y escucho sus palabras de agradecimiento. Pero lo más importante, es que encuentres a alguien que a ti te inspire plena confianza, alguien que te haga sentir cuidado y escuchado, porque ahí es donde empieza la verdadera sanación.
¿Te gustaría vivir esta experiencia?
Te animo a probar una sesión de Terapia Biodinámica Craneosacral, un espacio donde podrás soltar, reconectar y descubrir la calma y la vitalidad que ya habitan en ti.