Testimonio de una participante
Noe – Trabajadora social, terapeuta. noebm07@gmail.com
El Método ASA Craneosacral en el agua, desarrollado por Javier de María, representa para mí un regalo. Es un espacio y un tiempo para estar conmigo misma de una manera única y profundamente especial. Si ya la terapia biodinámica craneosacral me proporciona un estado de aquietamiento y conexión conmigo misma de una manera profunda, en el agua cobra una facilidad y una profundidad aún mayor.
En el agua, los límites sensoriales y corporales parecen cobrar una forma nueva; la sensación de ingravidez facilita el movimiento de mi cuerpo proporcionándome una sensación de libertad y fluidez, flexibilidad y relajación. Por otro lado, la escucha de mi propia respiración me ayuda a relajarme de una manera sencilla; y ser acompañada por otra persona en el papel de terapeuta, desde una presencia aquietada y no juiciosa, me facilita dejar el pensamiento a un lado de manera casi inmediata y adentrarme en un mundo nuevo, en el que me siento tan solo como movimiento y respiración, quietud y calma.
Es difícil expresar con palabras la sensación, pues las palabras limitan demasiado mi experiencia sentida, pero si tuviera que describirlo en una frase, diría que me siento conectada conmigo misma, en un estado de atención plena enfocada en algo interior profundo. No estoy centrada ni en el cuerpo ni en el pensamiento, tan solo me percibo como movimiento y respiración. Mi cuerpo se mueve pero no de una manera dirigida y mi percepción se llena de sensaciones que se quedan puras, sin nombre, pero que son profundas y muy agradables. A veces con más movimiento, otras veces más aquietado, mi cuerpo y mi mente se aflojan, y simplemente el movimiento surge. Quién sabe, quizás es movido por eso a lo que llaman esencia, alma, energía, o quizás sean movimientos que vienen subconscientes y que el cuerpo saca para solucionar algo. Sea lo que sea es profundamente liberador y me llena de bienestar.
Durante la sesión, el exterior se difumina, me siento acompañada pero no dirigida, sostenida pero libre, me siento lo suficientemente cuidada y protegida por mi facilitador como para adentrarme un poco más en esas sensaciones de calma, de silencio, que me permiten conectar con mi respiración y el movimiento surge por sí solo. No hay ruidos, ni rigidez, tan solo aquietamiento, expansión y conexión conmigo misma. Después de la sesión, esta experiencia se traduce en un estado de serenidad y calma, de confianza en la vida y de alegría. El cuerpo se queda muy relajado, más flexible. El torbellino mental de pensamientos ha parado y todo parece más sencillo, más claro, más amable. Para mi es un regalo haber conocido estos talleres y sesiones de biodinámica craneosacral en el agua, en los que sin duda mejora mi salud.
Por otro lado, he de decir que estos talleres no están basados en enseñarte un conjunto de técnicas y movimientos dirigidos en el agua. Desde mi punto de vista, son un espacio de encuentro, en los que estar con una misma una misma y los demás; para soltar el cuerpo y el ruido mental; conectar con algo más profundo de ti que anima y motiva hacia la vida; para disfrutar y mejorar la salud.
Por último, me gustaría destacar que, quién conozca a Javier sabe que tiene una sabiduría integrada como pocas personas tienen, y algo muy especial de los talleres o formaciones que realiza es su capacidad para generar una dinámica grupal exquisitamente respetuosa, atenta, humilde y de confianza entre los participantes. Además, promueve mediante la acción, valores humanos de gran calidad y te los hace llegar a través de ejercicios o propuestas sencillas, emotivas y distendidas. La mirada amable, humilde, bondadosa y positiva, tanto hacia ti misma como hacia los demás están siempre presentes. No son charlas magistrales sobre la humildad, la confianza, la escucha, el respeto y la compasión, sino que facilita una experiencia vivida de estos valores en cada persona. Sus palabras llevan incorporada la acción, y las acciones que promueve y provoca son vivenciales e indudablemente sanadoras. Por lo que los grupos que forma son siempre de crecimiento, acogedores y motivadores.
Con Javier es fácil sentirse profundamente escuchada y atendida, pues tiene una capacidad de escucha y empatía que yo no he encontrado en ninguna otra persona. Estando a su lado, es fácil confiar más en la vida y crecer como persona.
En definitiva y como he dicho al principio, para mi estos talleres son un regalo, sea en el rol de facilitadora o de quién recibe la sesión. Es tan bello y especial que ambos roles me llenan de bienestar.
Llevo años acudiendo a estos talleres y cada vez que Javier me dice que va a hacer un taller de agua, se me siguen poniendo los ojos abiertos y redondos, invadidos por el entusiasmo y las ganas de participar. Son una experiencia única.
Conoce más del taller: